En nuestro mundo, que se define como moderno, nuestra civilización avanzada ha empeorado la situación de forma catastrófica, en cierto modo, el simple positivismo ateo ha sido elevado a su apogeo por los científicos, cuyas almas se han convertido únicamente en buenas mentes llenas de materia gris. La ciencia deificada por los axiomas aritméticos ha sustituido la Ley de la Creación: ¡otro becerro de oro ha sido eregido!
Y éste es aún más poderoso, ya que los seres geniales que edifican este poder, el más terrenal, olvidan que ello le es posible únicamente gracias al libre albedrío que sus almas les dan para actuar y calcular según sus pautas. La necesidad reside aquí la Parcela Divina es insuflada en el cuerpo humano con el fin de que el Creador encarne los principios de la Ley, y no la Ley en sí, con el fin de dejar al Hombre a su libre albedrío. Es necesidad vital para el avance de la humanidad progresar constantemente en acuerdo con la Armonía Celeste si quiere sobrevivir en la perpetua evolución del entorno terrestre. Y la necesidad existe por el sólo hecho de que el universo existe, es la unión necesaria entre el cielo y la tierra, tal y como la densidad de un cuerpo provoca que éste exista por el sólo hecho de dar consistencia al mismo.