Esta obra se dirige a toda Europa, y en particular a su estrato portador de cultura. Emplaza a Europa a una lucha histórica de dos siglos de duración. Europa tomará parte en esta lucha, como un participante, o como botín de poderes exteriores. Si debe actuar, y no simplemente soportar en ésta serie de guerras gigantescas, debe ser integrada y sólo hay una manera en que ésto puede ocurrir. La Cultura Occidental está enferma, y la prolongación de esta enfermedad representa la prolongación de condiciones “chinas” en Europa.
La palabra Europa cambia su significado: de ahora en adelante significará la Civilización Occidental; la unidad orgánica que creó, como fases de su vida las naciones-ideas de España, Italia, Francia, Inglaterra y Alemania. Estas precedentes naciones están todas muertas; la edad del nacionalismo político ha pasado. Esto no ha ocurrido a causa de una necesidad lógica, sino debido al proceso orgánico de la Historia de Occidente. Esta necesidad orgánica es la fuente de nuestro imperativo, y de la integración de Europa. La expresión de lo orgánico es que sus alternativas son hacer lo que es necesario o enfermar y morir.
La integración imperativa de Europa toma la forma de la unidad de Pueblo, Raza, Nación, Estado, Sociedad, Voluntad – y naturalmente, también – economía. La unidad espiritual de Europa está ahí, su liberación permitirá automáticamente el total florecimiento de las otras fases de la unidad orgánica, que fluyen todas ellas del espíritu.