En él tratamos de precisar el sentido real y el espíritu de una enseñanza secreta, de naturaleza sapiencial pero al mismo tiempo práctica y operativa, que se ha transmitido con grandes caracteres de uniformidad desde los griegos y, a través de los árabes, hasta textos y autores que llegan a los mismos umbrales de los tiempos modernos.
Por lo que se refiere a la alquimia, ya en la introducción se pone de manifiesto el error de los historiadores de la ciencia, algunos de los cuales quisieran reducirla a una mera química en estado infantil y mitológico. Contra esta idea se levantan todas las exhortaciones explícitas de los autores herméticos más renombrados a que no nos engañemos al tomar sus palabras al pie de la letra, porque todas ellas estén pronunciadas en un lenguaje cifrado y expresadas mediante símbolos y alegorías. Estos mismos autores han insistido hasta la saciedad en que ”el objeto de nuestro precioso arte es desconocido”; en que las operaciones a que aluden no se realizan con las manos; en que sus ”elementos” son invisibles y no aquellos que todo el mundo conoce.