Mis ideas partían de lo biológico (los instintos). Sentía que nos parecíamos mucho a nuestros más próximos parientes en la evolución. De ahí a lo inconsciente, nuestras motivaciones seguían siendo zoologizadas. Entonces, lo sociológico. Pero aquí, si mi conciencia era solamente un reflejo me parecía que perdía la unidad del ser haciéndose ser. Luego, búsqueda nuevamente de la subjetividad. En conclusión, ni irracionalismo ni racionalismo, mi enfoque se fue a analizar la alienación de la supuesta racionalidad.
Del pensamiento a la emoción, a la conducta. Desde la entraña sangrante de los valores, nuevamente a la búsqueda del Hombre en su devenir. Desde el deambular del ser a la búsqueda de su morada, la misma que se da en un lugar del mundo, en ese único lugar del mundo con su singularidad, mezcla de realidades objetivas y de vivencias subjetivas. Pero, ¿dónde estaba ese lugar para acercarme, para compartir su estar en el mundo? Solamente estaba en él. Me quedaba, entonces, solamente la disponibilidad para compartir ese estar de ese ser en el mundo.