En 2020 vimos cómo la pandemia de Covid se convertía en un acontecimiento que cambiaba la vida universalmente; una situación que afectaba prácticamente a la población de todo el mundo. Las protestas y disturbios de Black Lives Matter del mismo año dominaron los titulares en el mundo occidental, creando repercusiones en muchos países, aunque más intensamente (y como era de esperar) en EE.UU. Hemos visto cómo el movimiento alarmista climático ganaba aún más impulso; se nos ha dicho que “volverse verde” es tan crucial, que si no se consigue, conducirá a una catástrofe global inevitable a menos que se tomen medidas inmediatas.
La causa de todos esos cambios y problemas enumerados es una infección ideológica global llamada marxismo.
El principal problema de tu país no es el gobierno o la clase política, los órganos del Estado, la policía, las Naciones Unidas, la Unión Europea, las corporaciones multinacionales, las “élites”, el capitalismo, los banqueros y el sistema bancario internacional, la “burguesía”, las ONGs/sin ánimo de lucro, George Soros, los medios de comunicación, los inmigrantes, los musulmanes, los sionistas, los masones, los Illuminati, etc., etc. El problema de fondo de su país (y de la mayoría de los demás) es que está infectado de marxismo. Le costará encontrar cualquier cuestión problemática en el mundo actual que no esté relacionada con esta ideología, influenciada por ella u originada por ella. El “hilo rojo” marxista está presente en toda la sociedad y en todo el mundo.
Este problema central en su país existe porque la población autóctona/residente habitual tiene (o ha tenido históricamente) una falta de hostilidad suicida hacia esta ideología tóxica y extranjera. Este es el problema fundamental, y todos los demás problemas importantes que estamos experimentando en este momento se derivan de éste.
