La verdad, en el sentido en que yo entiendo la palabra (es decir, lo que es verificable), sólo interesa a los jueces si no causa una perturbación profunda del orden público. No me hacía ilusiones de que me llevarían ante los tribunales y me condenarían, y eso además de las agresiones físicas, las campañas de prensa y el trastorno de mi vida personal, familiar y profesional.
Mi anterior conferencia tuvo lugar en septiembre de 1983 y se titulaba ‘ Revisionism on Trial: Evolución en Francia, 1979-1983″. La presente conferencia es una continuación; la he titulado Mi experiencia del revisionismo (septiembre de 1983-septiembre de 1987). El periodo 1979-1983 en Francia estuvo marcado por la actividad judicial contra el revisionismo. El período 1983-1987 se caracterizó por una ralentización de esta actividad, que, me temo, se reanudará a partir de 1987-1988. En Francia, las organizaciones judías que habían iniciado los procedimientos judiciales se sintieron muy decepcionadas e incluso desconcertadas por la relativa ligereza de mi condena en abril de 1983. Esperaban algo mejor de la justicia francesa. Querían mi piel y todo lo que obtuvieron fue una libra de mi carne. Querían que los jueces declararan: Faurisson es un falsificador de la historia; su trabajo sobre las cámaras de gas está lleno de descuidos, negligencias, ignorancia deliberada y mentiras; Faurisson es malicioso y peligroso.
Sin embargo, el 26 de abril de 1983, los jueces de la Sala Primera del Tribunal de Apelación de París concluyeron, por así decirlo: Faurisson es un investigador serio; no encontramos en su trabajo sobre las cámaras de gas ni ligereza, ni negligencia, ni ignorancia deliberada, ni mentiras; pero Faurisson es quizás malicioso y es ciertamente peligroso; le condenamos por esta probable malicia y por este peligro, pero no condenamos su trabajo sobre las cámaras de gas, que es serio. Al contrario, dada la seriedad de este trabajo, garantizamos a todo francés el derecho a decir, si esa es su opinión, que las cámaras de gas no existieron.